El pasado 28 de enero, el Papa Francisco, nombró como Obispo de Garzón, al padre Jaime Alberto Cabrera, un sacerdote nacido en la población de Sandoná, hasta ese momento perteneciente al clero diocesano de Pasto.
Una vez aceptada la postulación por parte del padre Cabrera, comenzó un proceso para la llegada y posesión del cargo pastoral en el departamento del Huila, una serie de preparativos y el acompañamiento de varios prelados hicieron parte de la antesala de lo que hoy culminó con la solemne eucaristía de ordenación y posesión de Monseñor Cabrera, como obispo en la Diócesis de Garzón.
A lo largo de su ministerio sacerdotal, el padre Jaime ha sido rector de la Fundación Universitaria Católica del Sur, por un periodo de 4 años, en el mismo sentido desde el ámbito académico se desempeñó como formador de seminaristas y nuevos sacerdotes, ejerciendo la docencia por 17 años.
Es licenciado en Filosofía y Teología, en Teología Bíblica en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma con una maestría en Educación de la Universidad de Manizales. Pero no solo se ha destacado en el campo educativo, también fue párroco en varias comunidades pertenecientes a la Diócesis de Pasto, fue canciller diocesano y vicario para la pastoral; labores que realizó con carisma y humildad.
En rueda de prensa, antes de asumir como pastor de la iglesia católica en Garzón Huila, el padre Jaime Alberto, se refirió al llamado del Papa, para hacer parte desde hoy del obispado, «Es un don, es una gracia lo que he recibido de parte de la Iglesia y del Santo Padre al ser nominado y ahora ya como obispo de Garzón. Les pido que ustedes oren por mí», afirmó el joven sacerdote, que en el día de ayer hizo su profesión de fe.
Sobre los retos que afrontará desde ahora, el nuevo obispo dijo que trabajará por una iglesia unida e incluyente, respetando la diferencia y acogiendo con amor; «Voy a construir esos espacios de comunión con los que son de nuestra Iglesia Católica, como con aquellos que de pronto estén alejados o que no estén dentro de nuestra Iglesia» – Concluyó Monseñor Jaime Alberto Cabrera.