Imágenes: Cortesía Casa de la Cultura de La Florida Nariño
La industria del Fique, que estaba en peligro de desaparecer hoy tiene una oportunidad, no solo con la fabricación de bolsas reutilizables, sino con estopas sombreros y artesanías.
Una buena noticia para miles de familias en Colombia, se constituyó la entrada en vigencia de la ley que prohibió en el país la venta de elementos plásticos de un solo uso, cuyos componentes tardan en descomponerse en el ambiente más de 500 años, causando un gran daño al equilibrio de la naturaleza.
El Fique y la Paja Toquilla, son fibras naturales que durante décadas no solo le han sido útiles a nuestros ancestros en las labores del campo, sino que hasta hace poco eran una fuente de ingresos importante; sin embargo, la producción masiva de elementos de plástico fue desplazando estas prácticas y saberes.
Afortunadamente varios de esos conocimientos fueron heredados de abuelos y padres hacia las nuevas generaciones, conservando aún varias de esas técnicas tradicionales que son amigables con el medio ambiente.
Las plantas que dan origen a estas fibras, se cultivan en la zona andina colombiana, por lo tanto, Nariño, tiene una importante presencia de hectáreas dedicadas a esta labor. Desde el cultivo se realizan varias etapas para llevar la planta hasta la elaboración de elementos como sombreros, bolsos, zapatos(cotizas), estopas para el café y cientos de artesanías que se constituyen en parte de la economía doméstica de pintorescos pueblos del departamento.
Sin entrar en detalles de cada etapa, su transformación ocupa prácticamente a toda la familia, que se encarga del desfibrado, lavado y secado, preparación de la fibra, escarmenado, tinturado, hilado y por último el tejido. Como se puede observar es una importante fuente de empleo y si se antoja un patrimonio familiar y cultural digno de preservar y difundir.
Sobra decir que cada producto nacido de prodigiosas manos y de la inteligencia de nuestros artesanos nariñenses, lleva consigo una historia y una esperanza de recompensa digna, por tanto, para quien se haga a uno de estos elementos, no solo está adquiriendo calidad y garantía, adquiere también cultura, tradición y belleza que merece ser pagada sin pedir rebaja.
En buena hora, lo que inició como iniciativa ambiental hoy se convierte en un salvavidas para una industria que promete resurgir y crecer de la mano de prácticas ecológicas que aportan en el bienestar de todos los colombianos.