La celebración de un importante hecho histórico, tuvo lugar este 1 de febrero en Pasto, con diferentes actividades académicas, culturales y espirituales, la Compañía de Jesús, conmemoró el centenario de la Provincia Colombiana.
Aunque los historiadores muy dedicados al estudio en nuestra tierra, al enterarse de esta efeméride, con justa razón y a través de llamadas telefónicas y redes sociales argumentaron que la Compañía de Jesús, es aún más antigua en nuestros territorios. Si bien, desde mucho antes decenas de jesuitas ejercieron su apostolado en varias regiones del país, en 1850 bajo el gobierno de José Hilario López, ocurrió que a quienes pertenecían a la orden y trabajaban en ese momento en tareas misionales en bien de los pobladores, los expulsaron de Colombia, en medio de un ambiente caldeado por las reformas que impulsaba dicho gobierno y la oposición que defendía parte del sistema heredado de los españoles.
Tras ocho años de ausencia regresaron los primeros jesuitas a Bogotá, permaneciendo solo en esa comarca, hasta que en 1884 fundan el colegio San Ignacio en Medellín, conjuntamente con el de María Inmaculada en la capital. Posteriormente después de tantos ires y venires la Compañía de Jesús logra consolidarse en múltiples obras y es el 24 de septiembre de 1924, mediante decreto firmado por el P. General Wlodomiro Ledochowski cuando se funda la Provincia Colombiana; entrando en vigor el 8 de diciembre del mismo año, tras la divulgación de la resolución.
Esta es la razón principal de celebrar 100 años de vida institucional continua, como orden religiosa en nuestro país, afortunadamente desde esa fecha hasta hoy, no se han presentado ese tipo de circunstancias adversas en donde una comunidad consagrada al sacerdocio tenga que abandonar su misión, por razones meramente políticas.
La llegada de los Jesuitas a Pasto, está estrechamente relacionada con Ecuador, desde donde provinieron a mediados del siglo XVII, recorriendo la ruta entre Quito y Santa fe de Bogotá; aunque en un principio no fueron bien recibidos por otras órdenes religiosas que ya se encontraban en la región; pero un hecho extraordinario ocurrió en 1643, cuando un jesuita llamado Bartolomé Vásquez Polo, que hacía su tránsito entre Popayán y Quito, sufrió serios quebrantos de salud y tuvo que quedarse en estas tierras del sur, por esos mismos días según registros históricos ocurriría un fuerte sismo de origen volcánico, en el que los pocos pobladores del caserío acudieron a su religiosidad con rogativas y procesiones, buscando además la confesión, ante un riesgo inminente de morir por el movimiento de tierra; en medio del caos y la angustia, el padre Bartolomé, se dirigió a la plaza central y logro con sus palabras calmar a la gente que se congregaba en el lugar, coincidencialmente la furia de la naturaleza también ceso y fue este hecho curioso el que al fin permitió iniciar el camino de una permanencia duradera de la Compañía de Jesús en la capital nariñense.
Fray Pedro de Oviedo, entonces Obispo de Quito, concedió una licencia temporal para que se estableciera una pequeña residencia; que con los años diera origen al Colegio Javeriano, fundado en 1712 bajo el lema “virtud y letras”, recogiendo la experiencia de 200 años de enseñanza que la Compañía había adquirido en Messina Italia; que se condensa en la primera semilla de formación integral donde la persona es el centro de una educación en valores y conocimientos.
Con la fe y la educación como banderas, para los jesuitas de la época se hizo necesario la construcción de un templo, donde pudieran prestar sus servicios religiosos a la creciente población pastusa, ese anhelo coincidió con la salida de la ciudad de la Orden de padres Dominicos, en 1918, quienes entregaron a Monseñor Antonio María Pueyo de Val, la iglesia de Santo Domingo; que tiempo después el obispo confió a los jesuitas.
Al ser una edificación que presentaba serios problemas estructurales, se emprendió una campaña para demolerla y construir en el mismo sitio un hermoso templo en honor a Cristo Rey; sentando las bases de la obra el 8 de mayo de 1931, gracias al respaldó y entusiasmo del sacerdote Jesuita Rafael Toro, rector del colegio San Francisco Javier, tras múltiples esfuerzos y la colaboración mutua entre los religiosos y la feligresía, el 21 de octubre de 1942, Monseñor Ángel María Ocampo, hizo la solemne bendición abriendo sus puertas el 24 de octubre del mismo año.
Otras obras de la Compañía de Jesús, en Nariño, son la emisora Ecos de Pasto, que desde 1941 se ha convertido en un instrumento de evangelización, formación y conocimiento de la Espiritualidad Ignaciana, siendo guardianes de la verdad, la justicia y fe; ofreciendo a la audiencia una información veraz y oportuna, que gracias a su potencia y a un constante espíritu de renovación y actualización tecnológica sigue vigente, consolidándose como la radio de los nariñenses.
Al referirnos a Ecos de Pasto, es oportuno recordar al insigne sacerdote Jaime Álvarez Vásquez S.J. (q.e.p.d), quien dejó una huella imborrable en esta comarca, al crear el centro nariñense de radiodifusión, la Casa Mariana, el Museo Juan Lorenzo Lucero, el Hogar de Cristo y la Librería Javier, siendo además un excelente investigador, defensor y difusor de la cultura regional.
Más adelante estas obras se integran como parte de la Fundación Juan Lorenzo Lucero, que además impulsa su trabajo en el ámbito deportivo, especialmente con población infantil a través de la escuela de fútbol que lleva su mismo nombre. El caminar de la Compañía de Jesús, conjuntamente con el cuerpo apostólico, sin duda le ha hecho mucho bien no solamente a Pasto, como capital, sino a todo el sur occidente colombiano, que ve en los jesuitas un auténtico vivir cristiano, entregados al anuncio de la buena nueva con su tarea pastoral, la preferencia por los pobres y los desvalidos, el trabajo con los jóvenes y el cuidado de la Casa Común, tal como lo promueve el santo padre Francisco, que también pertenece a esta orden religiosa masculina, la más grande de la iglesia católica, con presencia en 112 países alrededor del mundo.
Felices 100 años a la Provincia Colombiana, que la bendición del Creador, fructifique con grandes vocaciones, para mayor gloria de Dios.