Hay dos cosas que representan muy bien al pastuso y al nariñense en general, la primera sin duda alguna, es el Carnaval de Negros y Blancos y la segunda es el Deportivo Pasto, el conjunto de fútbol masculino (también cuenta con escuadra femenina), que ha puesto en varias ocasiones en alto la bandera tricolor.
Cuando en Pasto, se habla de Carnaval, es sinónimo de arte, cultura, música, alegría, colorido, hospitalidad, habilidad, expresión, juego y bienvenida; aquí por estos días nadie es extraño ya que se comparte con el que llega, todo lo que encierra nuestra máxima fiesta que ha trascendido fronteras, en cada año se ven cosas maravillosas que son dignas de aplaudir y difundir.
S admirable la entrega de cientos de personas que se convierten en artistas desde el 2 al 7 de enero, pero que en su corazón son y serán siempre los artífices del carnaval los 365 días del año, no importan las inclemencias del tiempo, ni el cansancio, ni los inconvenientes de última hora, la recompensa radica en el reconocimiento del público, que con sus aplausos y gritos hace parte de este magnífico derroche de color, aires andinos, influencias africanas, árabes y españolas, que se conjugan para crear el más grande escenario teatral que tiene cerca de 7 kilómetros de recorrido, conocido como la senda del carnaval, donde se dan cita los nariñenses y los turistas para fundirse en el juego caricia, en el “polvito carnavalero”, al ritmo del sonsureño.
Aquí sin conocernos jugamos, nos pintamos y compartimos con el de al lado, como una autentica familia que disfruta al máximo sin las barreras de estratos, idiomas o credos; mágicamente en esos días de jolgorio todos somos iguales y nos asiste el mismo derecho a festejar dentro del marco del respeto y la integración con el otro, sin que esto genere reclamos, más vale risas y nuevas amistades.
Mencionar a los cultores del carnaval, es referirse al corazón de este evento patrimonio inmaterial de la humanidad, las casas se convierten en talleres, los más experimentados en profesores y la familia y amigos en el apoyo fundamental para recrear desde la imaginación imponentes obras. Lo lindo de asunto es que participan desde los más pequeños en el Carnavalito, hasta los más grandes que han entregado su vida por décadas para mantener viva la fiesta más grande del sur occidente colombiano.
Otro punto a destacar es el aporte de la academia en el tema investigativo y de elaboración, ha sido trascendental desde todo punto de vista, indiscutiblemente enriquece la esencia de lo que somos, con nuestros mitos y leyendas, costumbres, tradiciones, saberes ancestrales y también técnicas artísticas que permiten mayor vistosidad de atuendos y figuras. La evolución del Carnaval de Negros y Blancos, es notoria y muy positiva,
Aunque no todo es perfecto, pues en cada obra humana hay algunas cosas por mejorar, otras que no salieron como se pensaba y también errores que son repetitivos, como el tema del cableado que de manera desordenada parece crecer a lo largo de la senda y aunque cada año se habla de ello, no hay solución efectiva a la vista.
Guardar el reglamento en cuanto a medidas de las carrozas, también ayudaría en gran proporción a solucionar este tema, pero al parecer hay falencias de parte y parte, unos por la improvisación de operadores de telefonía, internet y comunicaciones que no les importa en lo absoluto si entorpecen el desfile del 6 de enero, y del otro lado buscando quizá majestuosidad suelen pasarse unos centímetros en la altura de las figuras que componen las carrozas presentándose entonces las concebidas dificultades en la movilidad.
Pero en términos generales, la organización para quienes conocen los esfuerzos desde adentro, no es nada fácil, conlleva sacrificio, entrega, pasión, conocimiento y una voluntad inquebrantable para darle vida año tras año al Carnaval, para que resuene en el mundo nuestro grito, nacido desde el corazón que orgulloso palpita para entonar en cada garganta la más bella frase dedicada a esta tierra querida del sur. ¡Que viva Pasto Carajo!