Una excelente noticia se dio para Nariño, la noche de este lunes 20 de noviembre de 2023, en el marco de los XXII Juegos Deportivos Nacionales, que se celebran en el eje cafetero, la atleta tuquerreña Lina Maritza Pantoja, se colgó el oro en la prueba de 10 mil metros planos, ganándole a duras rivales y sumando un valiosa presea para la delegación del sur.

No es fácil para los deportistas nariñenses enfrentar en estas justas a combinados como el Valle, Antioquia o Bogotá que cuentan con apoyo todo el año, infraestructura deportiva y procesos serios de entrenamiento y competición.

Los nuestros trabajan con las uñas, con una dirigencia que poco gestiona, donde no hay ambición ni evolución y unas entidades que se acuerdan de los deportistas cuando los certámenes están a la vuelta de la esquina, por eso tantos errores y poca preparación; no por falta de capacidad de los competidores cuya valentía y coraje es digna de admirar y resaltar.

Los pobres resultados se deben a la falta de compromiso de quienes tienen en sus manos la gerencia deportiva, que no le apuntan al oro, sino a superar participaciones pasadas, donde Nariño ha sido relegado siempre, muestra de ello es la tabla de medallería que al término de esta jornada deja al departamento en la casilla 18, de un total de 27 delegaciones participantes.

Por eso es tan valiosa cada una de las medallas conseguidas por los nariñenses, en especial la de esta noche con Lina Maritza, que viene de una tradición deportiva familiar y que se impuso con plena autoridad en la competencia para vestirse de dorado, en medio de lágrimas de felicidad, porque es una gesta que seguramente le ha costado muchísimo más que a otras competidoras que en sus respectivas ligas cuentan con mejor suerte,

Ese es un mérito digno de aplaudir de pie, gracias al esfuerzo de nuestros coterráneos y sus respectivos equipos técnicos, que aún sin lo mínimo necesario para competir con decoro, le arrancan a las diferentes disciplinas deportivas triunfos que deben compartir con sus familiares y colaboradores más cercanos.

 La cosecha puede parecer positiva si se ven las cifras sin hacer comparativos; una medalla de oro, 5 de plata y 15 de bronce, para un total de 21 preseas, pero en un análisis más profundo se nota el rezago  con respecto a las 275 conquistas del Valle, o las 223 de Antioquia, seguidas por las 182 medallas de Bogotá.

Habrá quienes digan que es un despropósito comparar a Nariño, con estas potencias nacionales y quizá tengan algo de razón, pero si se quiere ser grande se debe apuntar a la excelencia, no a la media tabla, porque se corre el riesgo de ocupar las últimas casillas.

A todos los competidores de este suelo sur debemos arroparlos con el cariño y la admiración que merecen por remar contracorriente, alentarles a seguir adelante y procurar desde la opinión pública presionar para que en certámenes similares tengan el respaldo económico, logístico y deportivo que en realidad merecen, porque el espíritu guerrero y la tenacidad les sobra.

Lo de Lina, quien celebró su hazaña con sudor y llanto, no es casualidad, ella ha representado con lujo de detalles, no solo a la tierra que la vio nacer sino a la patria colombiana, en diferentes competencias de carácter internacional, por eso su gran resultado.

Que las medallas conseguidas sean un ejemplo para la juventud, y una razón de peso para agradecer a quienes ponen en alto los colores de nuestra bandera.

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