La Plataforma Regional de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela (R4V), codirigida por la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), lanzan un plan regional de 1,72 millones de dólares para apoyar las necesidades actuales de las personas refugiadas y migrantes de Venezuela y sus comunidades de acogida en 17 países de América Latina y el Caribe.

Colombia y en especial las zonas de frontera incluido el Departamento de Nariño, han hecho parte de las comunidades de acogida y de paso de migrantes que se dirigen al Ecuador, presentando un flujo constante de personas provenientes del hermano país de Venezuela, que por sus dificultades económicas han tenido que sortear todo tipo de necesidades.

Aún hoy luego de varios años del fenómeno migratorio muchos de ellos no pueden costear tres comidas al día, no tienen un alojamiento seguro y digno, se enfrentan a obstáculos para acceder a atención médica y no pueden trabajar para mantenerse a sí mismos y a sus familias, de ahí la importancia de esta partida de recursos para mitigar las necesidades básicas de esta población.

Los fondos permiten apoyar y complementar los esfuerzos de los gobiernos de acogida, que son los principales responsables de la respuesta.  A su vez promover la integración socioeconómica, mediante el acceso a oportunidades de empleo, educación y regularización, así como a programas de bienestar social para que puedan lograr estabilidad financiera y una inclusión efectiva que les permita alcanzar su pleno potencial y contribuir al desarrollo de los países que les han acogido con generosidad.  

«Las personas refugiadas y migrantes de Venezuela no pueden ser olvidadas. Muchas han visto sus vidas paralizadas y millones luchan por alimentar a sus familias o encontrar oportunidades para reconstruir sus vidas», dijo Eduardo Stein, Representante Especial Conjunto del ACNUR y la OIM para los Refugiados y Migrantes Venezolanos.

 Por primera vez, el plan tiene un alcance de dos años, en un intento por reforzar el puente entre la atención inmediata a las necesidades humanitarias y de protección, y las actividades de integración y desarrollo a mediano y largo plazo, en línea con el Nexo Humanitario-Desarrollo-Paz.

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